Efecto Werther: ¿Pueden incrementar los medios de comunicación el riesgo de suicidio en la población?

El Efecto Werther toma su nombre en 1774 por los suicidios ocurridos entre los jóvenes que habían leído la novela de Goethe "Las penas del joven Werther".

Depresión

El  Efecto Werther toma su nombre en 1774 por los suicidios ocurridos entre los jóvenes que habían leído la novela de Goethe “Las penas del joven Werther”, cuyo protagonista, un joven talentoso, desesperanzado por pasiones amorosas, termina su vida por suicidio con arma de fuego . En algunos lugares de Europa se llegó a prohibir la novela para evitar el contagio de suicidios.

 

El nombre de este efecto la acuñó el sociólogo David Phillips en 1974, para describir el efecto de la sugestión en la conducta suicida. Phillips demostró que el número de suicidios se incrementaba en todo EEUU durante el periodo transcurrido entre 1947 y 1968 justo al mes siguiente de que apareciera en la primera página del New York Times alguna noticia dedicada a un suicidio.

Pero sin duda uno de los libros que más efectos suicidas produjo en la población lectora fue The Aesthetics of Suicide (Eutanasia: la estética del suicidio), que escribió James A. Harden-Hickey en 1894 y que incitó a la muerte a muchos lectores. En el libro se describía con sumo detalle técnicas para llevar a cabo el suicidio, incluyéndose 90 tipos diferentes de veneno y hasta 50 instrumentos para darse muerte, así como una gran cantidad de ilustraciones explicativas para su uso. Años después, el autor también se suicidó, escogiendo como mejor procedimiento la sobredosis de morfina.

Más recientemente fue publicado el libro, Final Exit, una guía suicida para los enfermos terminales y la asfixia era recomendada como uno de los más efectivos métodos para lograrlo. En el año de la publicación de Final Exit el número de suicidios por asfixia en la ciudad de Nueva York se incrementó en 313% de 8 casos a 33. En el 27 % de estos suicidios se encontró en el lugar del fallecimiento, un ejemplar de Final Exit.

Este contagio a través de los medios de comunicación incluso ha obligado sugerir al Centro de Control de Enfermedades (CDC) cómo deberían publicarse las noticias de suicidios para que no resulten tan potencialmente contagiosas. Por ejemplo, omitiendo todos los elementos personales que pudieran inspirar la compasión del lector. Tampoco se debe sugerir que el suicidio ha contribuido en modo alguno a resolver los problemas del suicida.

El número de suicidios por imitación aumentaron un 10% tras el fallecimiento de la estrella del cine norteamericano Marilyn Monroe; pues durante el mes de su suicidio, en Agosto de 1962, hubo 303 suicidios. Lo mismo ocurrió tras el fallecimiento del guitarrista y cantante del grupo Nirvana Kurt Cobain.

En otro estudio se examinó el comportamiento de las tasas de suicidio después de exhibirse dos programas distintos en los que aparecían historias ficticias de jóvenes que cometían suicidio lanzándose delante de un tren. Se encontró un incremento de suicidios y un mayor numero de los jóvenes que utilizaron dicho método. Los efectos imitativos fueron tan sobresalientes que los suicidios ocurrieron en individuos que habían presenciado los dramas y eran de la misma edad y sexo que los de los personajes de ficción. Se reportaron sesenta suicidios durante los 70 días posteriores a la exhibición de los programas.

El impacto de los medios de comunicación es más que evidente en el tema del suicidio, por tanto consideramos un ejercicio de responsabilidad ofrecer al público la noticia de una manera adecuada para evitar imitaciones. No olvidemos que la libertad de expresión no debe estar reñida con la responsabilidad social, sobretodo cuando los expertos en el tema han demostrado su trascendencia.

En 1987, tras este repaso a la forma en que se ofrecían las noticias, los intentos de suicidio descendieron de inmediato.


Información bibliográfica: Revista Futuros

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